Vianney Sierralta fue recibida este 29 de enero en Casa Central por el rector, Bernardino Sánchez; la vicerrectora académica, Angelina Quilodrán y el decano de la facultad de Humanidades, Ciencias Jurídicas y Sociales, Marco Medina.
Vianney, dijiste días atrás que tu logro debe entenderse no como algo individual, sino más bien comunitario. ¿Cómo podemos conseguir en Chile una educación inclusiva?
-Una cosa muy importante es entender la educación no como logros individuales, como si la educación fuera algo que deba hacer la persona sola, Cuando tú vives en un mundo en donde te enfrentas a barreras de accesibilidad, como le sucede a las personas con discapacidad, tú aprendes que en temas como la educación todos somos responsables en la sociedad, para que cada una de las personas puede desarrollarse plenamente, pueda aprender. Entonces, yo siempre digo que mi educación no es un logro individual. Hubo un equipo de profesores, por ejemplo, que aprendieron a flexibilizar la forma de hacer un examen para que una persona sorda pudiera rendirlo. A nivel internacional, hay un equipo de personas que está trabajando para conseguir becas para que personas sordas puedan ser abogados. Estas personas tienen claro que la educación es un deber social. La misma comunidad sorda tiene mucha importancia para mí en el tema de la educación. Ellos me inspiran. Tenemos que concebir la educación así, sacarse el pensamiento individualista.
¿Con qué dificultades te encontraste en tu formación?
-Las primeras dificultades, que viven otros compañeros también, es eso de trabajar y estudiar. Trabajar como profesora a jornada completa y hacerlo con niños con discapacidad, y después tener la suficiente energía para ir a estudiar a la universidad en la noche, salir tarde y dormir poco, buscar todos los momentos para estudiar. Yo creo que esa fue la primera dificultad. Ya en el segundo o tercer año, empecé a trabajar menos horas, con el consecuente sacrificio económico, y finalmente el último año de carrera decidí que iba a dejar la pedagogía para poder estudiar ciento por ciento y poder terminar la carrera. Siempre me ayudó mi esposo, él siempre me alentaba. Por eso le dedico todo esto a él.
¿Qué sientes al marcar este hito como la primera abogada sorda que jura ante la Suprema en Chile?
-De repente tú sientes el peso de la responsabilidad. Al principio todo es bonito, pero después empiezas a entender el peso de la responsabilidad, porque fue una cosa súper loca que en dos días tenía cien mensajes de muchas personas sordas pidiendo ayuda. Tenía mucha gente mandando correos. Fue como una avalancha. Entonces, en este minuto siento el peso de la responsabilidad porque también tengo la vulnerabilidad de un recién titulado. No soy experta en todo.
¿Qué significa la Universidad de Aconcagua en tu formación?
-Fue mi casa de estudios por siete años. En Calama, yo quiero agradecer mucho a Viviana (Tapia) porque ella siempre apoyándonos… siempre pendiente, apoyando en inclusión, en curso de lenguaje de señas, etc. Para mí, la UAC pasó a ser como una especie de segundo hogar. O estaba en mi casa o estaba en la universidad. Pero más que la universidad en sí, son las personas las que le dan ese toque de acogida. Como es el caso de Viviana. También está nuestro jefe de carrera, don Manuel Pimentel.
Después de tu experiencia, ¿qué podría transmitir a los jóvenes?
-Yo les diría a los jóvenes, especialmente a los de nuestra universidad, que entendamos que si bien a veces nos queremos rendir, queremos parar, lo más importante es seguir, es la perseverancia. No rendirse. Eso le digo a los compañeros, no se rindan.