Un nuevo ciclo de charlas organizó la Dirección de Investigación y Postgrado en conjunto con la Dirección de Comunicaciones de la Universidad de Aconcagua denominado “Café de las Ideas”, iniciativa que tiene como principales expositores a los académicos investigadores de la Universidad.
En esta oportunidad fue el turno de Alfredo Palacios Roa, Doctor en Historia de América y Máster en Estudios Americanos de la Universidad de Sevilla, España, Magíster en Historia de Chile de la Universidad de Chile, Licenciado en Educación y Profesor de Historia y Geografía de la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez y actual académico investigador de la sede San Felipe de la Universidad de Aconcagua.
De acuerdo con lo relatado por el investigador durante los primeros años de vida independiente de Chile, el 19 de noviembre de 1822 un violento terremoto arruinó las dos principales ciudades del país, en una época cuya sociedad contaba con escaso badaje cultural con relación a los sismos. Este fenómeno poco o nada conocido por la ciudadanía fue utilizado por la aristocracia conservadora como una herramienta para derrocar el régimen autoritario instaurado por Bernardo O´Higgins y recobrar los privilegios que les fueron arrebatados durante el proceso.
Las reformas ilustradas y liberales que impulsó el Director Supremo a lo largo de su administración, hicieron que se ganara la antipatía del clero y de la rancia aristocracia razones fundamentales que se avivaron al momento de ocurrir el terremoto de 1822, acusando que esa catástrofe “era castigo por las maldades de O’Higgins que daba al pueblo libertades nunca vistas, fomentaba su instrucción y protegía a los herejes”, señaló Palacios.
Dentro de las medidas adoptadas por O´Higgins que fundamentan la irrupción del movimiento telúrico se encuentra la entrega de la doble nacionalidad a extranjeros, el fusilamiento de tres asesinos de un extranjero cuyas cabezas fueron expuestas a la entrada de la ciudad como una forma de ejemplificación a la ciudadanía, el cese de procesiones que eran consideradas “bárbaras” además del cierre de los cementerios en las iglesias, acciones que condujeron a la población a orientar sus imputaciones hacia el gobierno central.
Según Alfredo Palacios “las acusaciones por parte de la ciudadanía se volcaron sobre Bernardo O ́Higgins y sobre la totalidad de la población extranjera. En efecto, al propio Director Supremo se le responsabilizó por el “temblor grande” –como fue llamado este seísmo por los contemporáneos– y sus consecuencias, ya que la implantación de las reformas políticas y civiles que llevó a cabo su gobierno con el fin de eliminar toda huella del coloniaje fueron, a juicio de la Iglesia, del vulgo y de la aristocracia conservadora, el motivo fundamental que provocó la “cólera de Dios”. Sobre este último punto, tenemos que decir que O’Higgins procuró transformar la sociedad de tipo colonial existente en el país, en una de carácter republicano, apta cultural y moralmente para ejercer sus derechos. Por lo tanto, y dentro del nuevo escenario político, los antiguos súbditos, acostumbrados a obedecer y a ser guiados, ahora debían convertirse en ciudadanos libres e ilustrados, abiertos a las nuevas ideas y conscientes de sus derechos y obligaciones cívicas”, indicó el académico investigador.
La actividad fue moderada por Rodrigo Ramírez Tagle, Doctor en Físico Química y Director de Investigación y Postgrado de la Universidad de Aconcagua.
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